Economía circular: la integración de economía y ecología

Durante siglos, desde que el ser humano se embarcó en el proceso de industrialización, el crecimiento económico se ha desarrollado a una velocidad sin precedentes en toda la historia de la Humanidad, pero también lo ha hecho la destrucción de nuestros ecosistemas, de nuestra biodiversidad. Hoy en día, todavía parece que, si queremos más desarrollo económico, debemos renunciar a poder disfrutar de un medio ambiente saludable, y viceversa. En estos tiempos donde economía y ecología se afectan de manera inversamente proporcional, parece que solo queda la opción de posicionarse entre dos bandos enfrentados: el de aquellos que abogan por el desarrollo humano, o el de aquellos que abogan por proteger la naturaleza. Ambos bandos dicen defender el progreso humano y, sin embargo, cada uno plantea soluciones que se antojan antagónicas. ¿No debería existir una solución común a los planteamientos de ambos?

A esta pregunta, a la que tanto se ha buscado respuesta desde gobiernos e instituciones, puede que, por fin, podamos responder de manera afirmativa. Llama la atención que dos conceptos que pretender responder a una misma realidad, hayan acabado dando tantos quebraderos de cabeza y sus principales teóricos se hayan colocado en las antípodas ideológicas para defender sus postulados. Economía y ecología, si realizamos un rápido análisis morfológico, son conceptos que comparten mucho más del significado que, en la práctica, se les ha dado. Economía y ecología, ambas formadas por el prefijo eco-, proveniente del Oikos griego, que se traduce al castellano por “hogar” o “casa”. El término “economía” se completa con el sufijo -nomía, también de origen griego, nómos, que se traduce por “ley”, “norma”, y el término ecología, hace lo propio con el sufijo, igualmente de origen griego, -logía, que se traduce por “tratado”, “estudio”, “ciencia”. Así pues, la economía sería el instrumento que nos dota de normas para administrar la casa, y la ecología, la encargada del estudio del hogar. Nuestro hogar, nuestra casa, es nuestro Planeta, el cual tenemos que estudiar para aprender posteriormente a administrarlo.

Una buena administración de nuestro hogar es clave para gestionarlo mejor, y para aprender a gestionarlo, necesitamos conocer lo que nuestro hogar nos puede ofrecer. La ecología, entonces, no debería estar reñida con la economía, pues la primera es la que debería garantizarnos los conocimientos que deberíamos aplicar para llevar a cabo la segunda. A partir de ahora, ambos conceptos no deberían estar enfrentados, sino trabajar conjuntamente para que nuestro Oikos, nuestro hogar, nuestro Planeta, sea un lugar más y mejor habitable.

La ecología debe encargarse de estudiar y proteger los recursos que nos proporciona nuestro Planeta, la economía, por su parte, debe establecer las normas que ayuden a administrar, gestionar, distribuir y consumir mejor estos recursos. Mientras la ecología no entienda que la economía es el pilar sobre el que se sostienen las actividades humanas, y mientras la economía no entienda que sin los recursos naturales que pretende proteger la ecología, no hay actividad económica posible, no solo no se podrá avanzar, sino que corremos el riesgo de provocar un colapso. Los recursos de nuestro Planeta son limitados, no podemos generar más recursos que los propios que genera la naturaleza, por lo que el límite de nuestro desarrollo humano está en el límite de nuestros recursos naturales.

La ecología se ha concebido, durante las últimas décadas, como un instrumento para proteger la naturaleza de los seres humanos, y la economía se ha concebido como un instrumento al que sólo le importaban los seres humanos, parece que la ecología ha olvidado que el hogar que pretende proteger es también nuestro hogar, no sólo del resto de especies, por lo que no se debe proteger de nosotros, sino también para nosotros; por su parte, la economía ha olvidado que los recursos que existen en nuestro hogar no están exclusivamente a nuestro servicio, sino que son, en sí mismos, los que hacen posible que dispongamos de este hogar, por lo que no hay que explotarlos exclusivamente para nuestros propios intereses, sino para el interés de todo el hogar en su conjunto. Así pues, economía y ecología están condenadas a entenderse, siempre lo han estado, pero parece que nunca, hasta ahora, habíamos sido conscientes de ello.

Afortunadamente, hoy en día, parece que hemos aprendido a integrar ambas conceptos y se está dando paso a un nuevo y revolucionario fenómeno que pretende garantizar que nuestro desarrollo económico y la protección de la biodiversidad de nuestro Planeta se puedan llevar a cabo de manera conjunta, sirviéndose la economía y la ecología mutuamente para alcanzar un mismo fin, que no es sino aquel para que siempre fueron concebidas: para preservar y gestionar nuestro oikos, nuestro Planeta Tierra. Este nuevo fenómeno es la economía circular.

El culpable de que economía y ecología estén enfrentadas, es nuestro actual modelo económico lineal, un modelo de producción y consumo que utiliza a la naturaleza como mera proveedora ilimitada de recursos, basándose en el paradigma de extraer-utilizar-tirar. En este sistema lineal la naturaleza nos provee de recursos, que nosotros utilizamos y después, cuando nos resultan inservibles, los tiramos a los vertederos donde se acumulan toneladas y toneladas de residuos. En este sistema lineal, economía y ecología son necesariamente realidades enfrentadas, porque mientras la naturaleza nos da alimento, nosotros le devolvemos basura derivada de nuestras actividades económicas. Sin embargo, en un modelo económico circular, la misma idea de basura o residuo desaparece, por lo que la naturaleza nos proveería de alimentos, de recursos, que nosotros le devolveríamos posteriormente en forma de nuevos recursos, pues la economía circular se basa inspira en los ciclos biológicos, donde toda la materia orgánica de un ser vivo, es empleada y aprovechada al 100% por otro ser vivo.

La economía circular se basa en una serie de principios y preceptos que ahora sería imposible resumir, pero lo que debe quedar claro es que su carácter revolucionario reside en la integración de la ecología y la economía en un mismo fenómeno. La “economía circular”, un término que engloba la vocación económica, como la propia denominación lo indica (economía), pero que se inspira y apoya en la esencia biológica del ciclo de la vida (circular), elemento claramente vinculado a la ecología. La economía circular entiende que los recursos de nuestro Planeta no son ilimitados, como se ha pretendido hacer creer en nuestro actual modelo lineal, sino que tienen como límite la propia capacidad de nuestro Planeta para producirlos, por ello, cualquier administración, gestión y utilización de estos recursos debe ir encaminada a devolverle a nuestro Planeta lo que nos ha dado. El sistema de producción y consumo en una economía lineal se desarrolla a costa del hogar que, supuestamente, deberíamos preservar, sin embargo, el sistema de producción y consumo en una economía circular se desarrolla en favor del hogar que habitamos, en favor de nuestro Planeta.

En la economía circular ser humano y medio natural forman parte de una misma realidad, mientras que en nuestro actual modelo lineal parece que hemos olvidado esa obviedad y medio natural y medio humano actúan como si vivieran realidades independientes. La ecología, al fin y al cabo, se define como la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con el medio en el que viven, el ser humano, entonces, no puede ser ajeno al medio en el que vive, al hogar que habita junto a las otras especies, por ello, un modelo económico que atente directamente contra su medio natural, es un modelo económico insostenible y que acabará provocando su propio colapso. La economía, por otra parte, estudia, entre otras cosas, los recursos, la creación de riqueza y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, para satisfacer las necesidades humanas. Por tanto, la ecología no puede actuar de espaldas a los intereses económicos de los seres humanos, pues son estas actividades económicas las que garantizan la satisfacción de las necesidades humanas. Es por ello que economía y ecología deben necesariamente trabajar juntas para satisfacer mutuamente sus intereses.

Este punto de encuentro entre ecología y economía, como ya se ha dicho, es la economía circular. La economía circular pretende cambiar todo nuestro modelo de producción y consumo, haciendo que nuestros productos sean diseñados y fabricados de forma tal que sus componentes puedan volver a ser reutilizados infinitamente o reintroducidos en la naturaleza (según sean componentes técnicos o biológicos), creando constantemente valor a todos y cada uno de sus elementos. Actualmente está más que demostrado que los recursos naturales no podrán satisfacer las necesidades humanas futuras si se siguen extrayendo a la velocidad a la que se extraen actualmente, por lo que resulta imprescindible buscar nuevas alternativas que garanticen el suministro futuro de recursos. Desde un punto de vista ecológico ya hemos recibido señales más que de sobra de que nuestro actual modelo no es sostenible, el cambio climático, la destrucción de ecosistemas, el aumento de los desastres naturales, etc. son un claro síntoma de que nuestro Planeta está enfermo; pero las recientes crisis económicas, el aumento de la tasa de paro, el aumento de la desigualdad, el incremento de los precios de los recursos naturales, los conflictos internacionales por el acceso al control de los recursos naturales, etc. son también síntoma de que nuestro modelo económico está igualmente colapsando y siendo incapaz de generar la riqueza a la que aspiramos. Que nuestro Planeta esté padeciendo graves problemas medioambientales y que nuestro modelo de producción y consumo esté colapsando, no son casualidades, existe una clara relación entre ambas y, por ellos, es necesario que busquemos soluciones que integren a todos estos problemas.

El ser humano es una especie más que convive en este Oikos, en este Planeta, y las actividades económicas son una característica inherente a nuestra propia condición humana, por lo que jamás vamos a renunciar al progreso y al desarrollo económico, pero tampoco podemos seguir actuando como si fuésemos los propietarios de todo lo que nos rodea y utilizar los recursos de los que nos provee el Planeta de cualquier manera. Las corrientes ecologistas, por su parte, deben luchar por conservar y preservar nuestro Planeta, pero no pueden pretender ir en contra del progreso económico e industrial, pues los seres humanos, con nuestras actividades económicas, también somos parte del mismo. Con la economía circular se abren infinidad de nuevas oportunidades económicas a la vez que podemos intentar paliar o, incluso, restaurar, los devastadores daños medioambientales que acechan a nuestro Planeta. Es hora de que la economía y la ecología se integren y se complementen, y que dejen de darse las espaldas, es hora de dar paso a una economía circular.

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