Grado de Implantación de la Economía Circular en España
Con sus luces y sus sombras, España es uno de los países
europeos mejor posicionados para iniciar la transición hacia la Economía
Circular, y, de esta manera, en los siguientes párrafos voy a intentar explicar
cuáles son los avances que, según los datos de los últimos años, han logrado
consagrar a España como uno de los países europeos más comprometidos en la
transición hacia una economía circular.
Según
los datos que mostraba el Eurobarómetro en junio de 2016[1],
España se lleva la medalla de bronce, junto con Luxemburgo, en cuanto al grado
de implantación de la economía circular por parte de las empresas, con un 85%
de ellas que reconoce haber realizado algún tipo de actividad relacionada con
este modelo, por lo que, en este caso, podemos sentirnos bastante satisfechos.
Ahora bien, estos datos son un poco tendenciosos y generalistas pues, si bien
es cierto que las empresas españolas parecen ser conscientes de la necesidad de
implantar medidas relacionadas con la economía circular, no es menos cierto que,
al igual que ocurre a nivel comunitario, las diferencias entre regiones son muy
grandes (de hecho, la Comisión Europea resalta nuestro complejo sistema de
organización territorial y competencial, como uno de los principales
obstáculos) y no en todos los sectores se han aplicado por igual; además, el
hecho de haber aplicado alguna de estas medidas, tampoco significa que, en
muchos casos, se haya hecho de manera profusa y/o continuada.
Uno de los principales problemas, es que en España “todavía no se cuenta con una metodología específica que esté
suficientemente elaborada y consensuada para el seguimiento y evaluación de los
procesos de economía circular[2]”,
ni tampoco con una acción política específica, más allá de la que viene dada
por la iniciativa de la Unión Europea, por lo que las iniciativas, en este
campo, son aún incipientes y, principalmente, han ido encaminadas a la gestión
de residuos (es decir, en relación a la fase final del producto,
desaprovechando todas las oportunidades que brinda la aplicación de medidas en
las demás fases de vida del producto). En los últimos años, se ha propuesto
legislación y los partidos, en general, con independencia de su ideología
política, han incluido igualmente propuestas en sus respectivos programas
electorales, pero, dada la situación de crisis política actual, o no se han
materializado, o se han acabado dejando en un segundo plano.
El
Eurobarómetro, cuando realizó las encuestas de opinión en relación a la
implantación de la economía circular por parte de las empresas de la Unión
Europea en abril de 2016 (aunque los datos fueron publicados el mes de junio
siguiente), analizó las mismas conductas de cada país por separado, y luego
realizó un balance general, por lo que esto nos permite acceder, a través a su
respectiva ficha, a los datos que se obtuvieron en España. En general, en
comparación con el conjunto de la UE, una buena parte de las empresas de España
habían adoptado medidas relacionadas con la economía circular en los tres años
anteriores o estaban en proceso de adoptarlas, pero existiendo una gran
divergencia según de cuál se tratase y, también (aunque en sintonía con el
conjunto de la UE), afirmando muchas de las empresas encuestadas que ni habían
aplicado estas medidas, ni pretendían aplicarlas en un futuro próximo, lo cual
demuestra que el camino que ha de andarse aún es muy largo.
De este modo, mientras que el 70%
de las empresas había adoptado o estaba adoptando medidas para minimizar los
residuos a través del reciclaje, la reutilización o la venta de estos a otra
empresa, sólo el 13% usaba energías renovables (algo por debajo del conjunto de
la Unión Europea y teniendo en cuenta el potencial que nuestro país tiene en
este ámbito, claramente desaprovechado).
La Fundación Cotec para la Innovación, una organización
privada sin ánimo de lucro encargada de “promover la
innovación como motor de desarrollo económico y social”, en nuestro
país ha desarrollado un detallado informe, publicado este año 2017, sobre la “Situación y evolución de la economía circular en España”[3],
en el que analiza el impacto y el grado de presencia que este fenómeno tiene en
nuestro país.
Este
informe reconoce que “los sistemas
de indicadores aún no están totalmente desarrollados en España, especialmente
los relativos a la prevención del uso excesivo de materias primas, el
ecodiseño y la ecoinnovación”, por lo que, en estos campos, por
ejemplo, las medidas que se están tomando son bastante escasas, indicando
también que la mayoría de las acciones que se están llevando a cabo “están dirigidas a la gestión de residuos, dejando bastante
olvidadas las fases iniciales de producción y consumo”, confirmando
los datos que nos mostraba el Eurobarómetro.
La
conciencia ciudadana, en general, parece también más proclive a favorecer esta
nueva corriente, destacando nuevamente lo relacionado con el reciclaje, tal y
como revelan los datos de Ecoembes, organización medioambiental sin ánimo de
lucro que promueve la economía circular a través del reciclaje, que muestran
que, en 2016, se reciclaron en España 1.351.903 toneladas de envases, lo que
supone un incremento del 4% respecto al año anterior, alcanzando, según el tipo
de material, unos datos realmente positivos; así, en cuanto a los envases de
metal (latas de refrescos o conservas) se alcanzó en 2016 una tasa de reciclaje
del 84,8%, los residuos de papel y cartón el 82,3% y los envases de plástico
recuperados el 66,5%, situándose todas estas cifras por encima de los objetivos
establecidos dentro del Paquete de Economía Circular de la Comisión Europea
para 2020.
En este mismo sentido, tomando
como fuente Eurostat, en lo relativo a la prevención y la reducción de
residuos, los datos nos muestran que la cantidad de residuos generados por
hogar, en nuestro país, descendió un 32,8%, pasando de los casi 2.000 kg/hogar
del año 2000 a los 1.342 kg/hogar del 2011, habiéndose producido este descenso
en la generación de residuos por habitante, a un ritmo superior al experimentado
por el conjunto de la Unión Europea.
Ahora
bien, aunque es evidente que, en muchos aspectos, España está haciendo bien los
deberes, también lo es que, en muchos otros, no se ha producido ningún avance
o, incluso, se ha empeorado la situación. En algunos de los principales motores
de la economía española, como el turismo (todavía muy marcado por el modelo
convencional de “sol y playa”, poco sostenible y poco innovador desde el punto
de vista ecológico), la agricultura (el consumo de productos fitosanitarios ha
crecido en los últimos años y, a pesar de que España se sitúa en los primeros
lugares de la UE en número de hectáreas dedicadas a la agricultura ecológica,
según datos del MAGRAMA, la superficie dedicada a ésta se ha reducido desde
2011) o la industria (el consumo de energía y la emisión de CO2 aumentan,
empeorando la tendencia hacia la ecoeficiencia), las soluciones inspiradas en
la economía circular no llegan, o lo hacen muy lentamente.
De hecho, una de las
consideraciones del Documento de trabajo de los Servicios de la Comisión, sobre
la “Revisión de la aplicación de la normativa medioambiental de la UE”, en su
Informe de España[4],
publicado el 3 de febrero de 2017, emplaza a nuestro país a “mejorar la gestión de los residuos y desarrollar el potencial de
la economía circular”, aunque también reconoce avances, tales como
que “la actuación de las pymes españolas está por encima de la media de
la UE en diversos indicadores relativos a la eficiencia en el uso de los
recursos y los mercados verdes”, que “España ocupa
el noveno puesto en el índice de innovación de 2015” (a pesar
de que el rendimiento sigue siendo alto, posicionándose por encima de la media
de la UE España ha descendido tres puestos y ha perdido cuatro puntos en
comparación con el ECO-IS de 2013). También reconoce, como punto positivo, que
España cuenta con 942 organizaciones registradas en el EMAS[5] (Sistema
Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría), siendo el segundo país con más
entidades registradas, sólo por detrás de Alemania, y es el cuarto país de la
UE en número de licencias de etiquetas ecológicas[6].
En cuanto a los vertederos ilegales, no obstante, España, tal y como se
reconoce en el documento, tiene un serio problema que la Comisión sigue muy de
cerca, habiendo llevado a España en más de una ocasión ante el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea, que ha condenado a nuestro país en numerosas
ocasiones[7].
Por último, se reconoce que “España no
cuenta con una estrategia global para eliminar las subvenciones nocivas para el
medio ambiente, aunque su abandono puede ofrecer ventajas económicas, sociales
y medioambientales, permitir una mayor competitividad y contribuir a la
consolidación presupuestaria”.
Algunos de los planes y
estrategias que ha adoptado España, para favorecer esta transición, son los
siguientes:
- Consumo
Sostenible: Programa
Compra Publica Verde AGE. Plan de acción de ahorro y eficiencia
energética.
- Ecodiseño: Estrategia Española de Ciencia y
Tecnología y de Innovación 2013-2020.
- I+D+i: Estrategia Española de Ciencia y
Tecnología y de Innovación 2013-2020.
- Residuos: Plan Estatal Marco de Gestión de
Residuos (PEMAR) 2016-2022, fue aprobado mediante Acuerdo
del Consejo de Ministros de 6 de noviembre de 2015.
- Estrategia
economía circular o Referente global para su
implantación: Estrategia
española de desarrollo sostenible 2007.
- Política
sobre Biomasa y alimentación: Estrategia
española de Bioeconomía Horizonte 2020.
Una
de las conclusiones más destacables que, personalmente, he podido sacar de los
datos y los informes estudiados, pues todos ellos coinciden, en términos
generales, en el mismo punto, se refiere a la consideración, por irónico que
pueda resultar, de la actual situación económica de nuestro país, atravesando
todavía una recesión, como un escenario propenso y propicio para buscar
alternativas en la economía circular. Realmente, estas ideas conectarían a la
perfección con las que defendía Nadya Zhexembayeva en su “Estrategia
del Océano Esquilmado”, cuando llamaba a revertir la situación
problemática y convertirla en una solución.
Si España potenciase más y mejor las políticas para conseguir una
transición hacia una economía circular, las oportunidades serían inmensas, pues
nuestro país reúne muchas condiciones que, potencialmente, son susceptibles de
favorecer este cambio, como lo son:
- Los recursos naturales para
producir energías renovables; como la eólica, la solar, la hidráulica o la
mareomotriz, por ejemplo.
- La dimensión de nuestro
territorio; el segundo de mayor extensión en la UE.
- La gran cantidad de ecosistemas y
climas presentes en nuestro territorio, de hecho, España está considerado
como el país con la mayor biodiversidad de toda Europa, prueba de ello es
que es el EEMM que más espacios naturales protegidos aporta a la Red Natura
2000, cubriendo casi el 30% de nuestro territorio y aportando por sí sola
el 19% del total de la Red, estando presentes más del 80% de todas las
especies vegetales existentes en la UE y más del 50% de las especies
animales.
- La mano de obra; la elevada cifra
de paro nos muestra que hay muchísimas personas en edad de trabajar
desempleadas, que podrían cubrir buena parte de esos puestos de trabajo
que se necesitan; y, a su vez, ya se ha demostrado que la economía
circular es una gran generadora de empleo-
- Un desarrollo tecnológico nada
despreciable, según el informe “State of
European Tech”, un estudio elaborado en 2016 por Atomico -uno
de los fondos de inversión más importantes de Europa-, España se sitúa
entre los cincos países de Europa con mayor desarrollo tecnológico, lo que
resulta crucial para acelerar y favorecer el proceso de transición hacia
la economía circular.
- Una conciencia social y
empresarial cada vez más preocupada por buscar alternativas de este tipo.
No
obstante, todas esas condiciones potencialmente propicias no se están
explotando y se están desperdiciando numerosas oportunidades, por lo que, en
definitiva, podemos concluir que, pese a que el grado de implantación de la
economía circular en España no es, en términos generales, malo, todavía queda
mucho por hacer, y, paradójicamente, se hace poco. España es uno (sino el que
más) de los países europeos con mayor potencial para propiciar el cambio hacia
un sistema de economía circular y, sin embargo, uno de los que menos esfuerzos
está haciendo (a nivel gubernamental, tanto del Gobierno Central como de alguno
de los Gobiernos Autonómicos, pues, sin embargo, las organizaciones privadas
que apoyan esta transición medidas son bastante numerosas) para lograrlo.
Además, en lo que se refiere a cumplimiento de la normativa de la Unión
Europea, ya se ha visto que España no es precisamente un ejemplo y que la
imagen que lanza al resto de los socios europeos es de falta de compromiso y
seriedad, por lo que, quizás, deberíamos empezar por hacer cumplir y respetar
todas las Directivas y Reglamentos de la Unión Europea, especialmente en
materia medioambiental y, así, convertir a España en un motor del cambio.
Comentarios
Publicar un comentario