La economía circular, una oportunidad global
El fenómeno de la economía circular está cada vez más presente en los
debates políticos y en la conciencia ciudadana. La idea de un modelo económico
que nos ayude a utilizar de manera más eficiente los recursos naturales y en el
que los residuos pasen a convertirse en valiosas materias primas, eliminando la
propia idea de desecho en sí, parece que seduce a emprendedores e inversores de
todo el mundo que, auspiciados por los impulsos normativos y las reformas
adoptadas por diferentes gobiernos e instituciones, deciden apostar por
negocios en los que el modelo circular es el elemento diferenciador.
No obstante, pese a que la economía circular es ya un fenómeno global, su
grado de incidencia no es homogéneo en todas las partes del Planeta. Europa y,
especialmente, la Unión Europea, es quien lidera de manera indiscutible el
cambio y la transición hacia la economía circular a nivel mundial. Con su
normativa vanguardista y la adopción de las primeras estrategias y políticas
encaminadas a la implementación de un modelo circular, la UE se ha colocado a
la cabeza, siendo la primera institución internacional en marcarse metas y
objetivos concretos en el corto-medio plazo. Entre estas medidas destaca el ya
mencionado en otras ocasiones, Plan de Acción de Economía Circular en Europa,
un paquete de 54 medidas que fue adoptado a finales de 2015 y que actualmente,
menos de 4 años después, ya ha sido puesto en práctica en su totalidad. Además,
según datos proporcionados por la propia Comisión Europea, a través de
instrumentos de financiación concretos, como los Fondos Estructurales, el
Programa Horizonte 2020, o el Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas, se han
invertido grandes sumas de dinero que, como contrapartida, han conseguido
generar cientos de puestos de trabajo y beneficios que se calculan por millones
de euros. Igualmente, con iniciativas como la Plataforma de apoyo a la economía
circular[1], permite dar mayor visibilidad y soporte
a diferentes proyectos de economía circular.
Al margen de las acciones que la UE ha emprendido dentro de sus fronteras,
como muestra de su liderazgo mundial indiscutible en este ámbito, la UE también
viene llevando a cabo, desde 2016, Misiones de Economía Circular, que son “reuniones
políticas y empresariales de alto nivel en terceros países para comunicar y
fomentar políticas sostenibles y de uso eficiente de los recursos”, que han
llevado hasta países como Chile, Perú, China, Sudáfrica, Colombia, Japón,
Indonesia, Singapur, Malasia, India y, más recientemente, México, el
intercambio de conocimientos y experiencias en economía circular, con el fin de
estrechar los vínculos con esos países y cooperar para lograr la transición
hacia una economía circular.
Aunque en menor medida, son igualmente reseñables las iniciativas que se
están llevando a cabo en otras partes del mundo, en África, por ejemplo, existe
una incipiente pero importante conciencia en los gobiernos, instituciones e,
incluso, en la sociedad, para dar el paso hacia una economía circular. Teniendo
en cuenta que la mayoría de las economías de más rápido crecimiento del mundo
se encuentran en este continente (Libia, Etiopía, Ruanda, Ghana, Costa de
Marfil o Yibuti, entre otras) y que los efectos de las crisis ambientales
afectan con especial virulencia a esta región (a pesar de ser la que menos
gases de efecto invernadero emite), la economía circular podría suponer un
revulsivo y una tremenda oportunidad. Si, además, tenemos en cuenta que,
recientemente, a través de la Unión Africana, se han dado ya los primeros pasos
para crear el área de libre comercio más grande del Planeta[2], que incluye a 52 de las 55 naciones
africanas (solo se excluyen Nigeria, Eritrea y Benín), lo que se traduce en un
mercado de 1.200 millones de personas y un PIB combinado superior a 2,5
billones de dólares, el continente se encuentra en un momento idóneo para
fomentar una transición circular a lo largo y ancho de su territorio.
Además de estas circunstancias, son diversas las iniciativas que han
surgido en todo el continente. Entre ella, destacamos a la African
Circular Economy Allianceimpulsada por Ruanda, Sudáfrica y Nigeria, que, en
línea con los postulados del COP23 y en colaboración con el Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Foro Económico Mundial, trabaja
para desarrollar una alianza en todo el continente que estimulará la
transformación de África hacia una economía circular que genere crecimiento
económico, empleos y resultados ambientales positivos. Por otra parte,
la African Circular Economy Network (ACEN), que coopera
con especialistas de África en relación con los muchos campos de experiencia
necesarios para construir una economía circular africana, así como con
representantes de la Red, con representantes del norte, oeste, este y sur de
África, compartiendo experiencias y organizando eventos.
De entre los países de Oriente Medio, Emiratos Árabes Unidos es el caso más
relevante, habiendo sido el primer país del mundo en adoptar la
Iniciativa Scale 360 del Fondo Económico Mundial, que promueve
el uso de tecnologías como el Internet de las cosas y la inteligencia
artificial para ayudar a desarrollar un sistema de gestión de economía
circular. Este país ha comprometido 1 millón de dólares a la iniciativa de
economía circular destinada a reducir la contaminación.
En la región de Asia-Pacífico, por su parte, además de haber sido el lugar
elegido para celebrar el Foro Mundial de Economía Circular (Yokohama,
Japón, 2018), encontramos iniciativas como Circular Economy Asia
Incorporated (CEA), que lidera, a nivel regional (integra a 24 países), el
debate sobre la necesidad de instaurar en la región una economía circular,
haciendo especial énfasis en la recuperación de residuos reciclables, la
educación, formación y la promoción del voluntario Acuerdo sobre plásticos y
embalaje (Asia Plastics&PackagingAgreement). Igualmente, la CEA
ofrece recursos para apoyar la transición, promociona proyectos de economía
circular y participa en la creación de programas para fomentar la economía
circular. Además, ha creado el #CircularOctober, una iniciativa que, desde
2017, se ha puesto en marcha para, en ese mes, conectar y compartir ideas y
planes con diferentes partners para debatir las acciones que se deben tomar
para impulsar la economía circular en cada país integrante.
Interesante es también el caso de China, que se ha visto obligada a tomar
medidas de economía circular innovadoras para frenar los acuciantes problemas
medioambientales a los que se enfrenta, así como para tratar de hacer frente a
la gran demanda de la cada vez mayor clase media china, con la imprescindible
gestión eficiente de los recursos necesaria para ello. Se han tomado medidas
como la creación del nuevo Distrito de Suzhou, cerca de Shanghai, que dispone
de 52 kilómetros cuadrados para alojar a cuatro mil empresas tecnológicas y
manufactureras, donde los fabricantes de placas o circuitos utilizan cobre que
se desecha de otras compañías residentes en el parque, en vez de importar la
producción de empresas mineras.
Asimismo, la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN),
acaba de impulsar, junto con la Unión Europea[3], en el EU-ASEAN regional workshop
on circular economy,celebrado en Kuala Lumpur (Malasia) el 11 y 12 de junio
de 2019 (en el que participó el español Daniel Calleja Crespo, Director General
de Medio Ambiente de la Comisión Europea), donde se hizo hincapié en la
importancia de la colaboración entre la UE y la ASEAN para lograr una economía
circular, y contribuyó al Diálogo de alto nivel de la UE y la ASEAN sobre el
medio ambiente y el cambio climático.
De igual manera, el SWITCH-Asia II Programme, heredero del
primer programa homónimo, y financiado por la UE, que integra a 19 países de la
región, promueve el crecimiento sostenible, contribuye a la prosperidad
económica y la reducción de la pobreza en Asia, apoya el desarrollo de una
economía verde y alienta la mitigación del cambio climático. Desde 2007, cuando
se implementó el primer programa, se ha logrado más de una década de progreso
en relación al consumo y producción sostenibles en toda Asia.
En América Latina la economía circular es un fenómeno muy incipiente,
aunque está cogiendo bastante impulso. Así, encontramos iniciativas como
el Centro de Innovación y Economía Circular – CIEC que se
estableció en 2016 para brindar soluciones, desarrollar oportunidades de
negocios y acelerar la transición hacia una economía circular en América
Latina, que funciona “como una plataforma de negocios en América Latina para
empresas, gobiernos, organizaciones internacionales y profesionales”.
Igualmente, se han celebrado diversos eventos de gran relevancia en la región,
como el Foro de Economía Circular de Latinoamérica, celebrado en
Uruguay, o la creación del primer Observatorio de Economía Circular de
Latinoamérica, en El Salvador, impulsado por la Fundación de Economía Circular.
Del mismo modo, existen acciones como la Iniciativa Regional para
el Reciclaje Inclusivo (IRR), que desde el 2011 ha implementado
acciones en 17 países de América Latina y el Caribe, desarrollando
aproximadamente 30 iniciativas, actividades y proyectos estratégicos que
benefician a más de 15.000 recicladores, fomentando la recuperación y
comercialización de materiales reciclables (el sustento de aproximadamente 4 millones
de personas en la región).
Países como Colombia han dado pasos especialmente significativos, con la
creación de la Estrategia Nacional de Economía Circular, que “promueve
la innovación y la generación de valor en sistemas de producción y consumo a través
de optimizar, compartir, intercambiar y reciclar y regenerar materiales, agua y
energía”.
En el norte del continente americano los avances han sido más
significativos y, por ejemplo, en Canadá, se ha creado el National Zero
Waste Council , cuyo objetivo es reunir a gobiernos, empresas y
organizaciones no gubernamentales para promover la prevención de residuos en
Canadá y la transición a una economía circular, así como la Circular
Economy Leadership, creada con el fin de proporcionar liderazgo
innovador, experiencia técnica y una plataforma de colaboración para el
desarrollo de soluciones pioneras que eliminan el desperdicio en todas las
etapas del ciclo de vida de los productos y aceleran la transición a una
economía circular.
Miles de iniciativas, proyectos, foros, eventos, políticas y toda clase de
acciones de economía circular han sido adoptadas alrededor del mundo por
empresas y gobiernos. En un mundo globalizado, las respuestas y las soluciones
a los principales retos, como el cambio climático, han de hallarse por medio de
la cooperación y la acción común. La información y los conocimientos se
transmiten más rápido que nunca y la internacionalización de la toma de
decisiones, de la economía y del comercio han provocado un mundo tremendamente
interconectado e interdependiente que nos obliga a revolucionar y repensar la
manera en la que nos desarrollamos. En ese contexto ha nacido la economía
circular y es del todo evidente que ya no existe rincón en el mundo en el que
este fenómeno no haya incidido. Donde muchos ven una grave amenaza, la economía
circular consigue ofrecer una oportunidad global para desarrollarse; a unos
países, los más desarrollados, les ofrece la posibilidad de desarrollar un
modelo económico menos dependiente de los, en general, escasos recursos
naturales no renovables de los que disponen; a otros, los que están en vías de
desarrollo, les permite optimizar y potenciar sus, en general, amplios recursos
naturales, haciendo posible satisfacer la gran demanda de su cada vez mayor
clase media urbana. La economía circular es una oportunidad para la economía
mundial y para los emprendedores que, en todo el mundo, quieran compartir y
desarrollar nuevas ideas. La economía circular es, sin duda, una oportunidad
global.
[1]Se puede
consultar más información sobre esta plataforma en el siguiente enlace: http://www.circulary.eu/
[2] Se
trata del Área Continental Africana de Libre Comercio, que, con la entrada en
vigor del Tratado de Libre Comercio Africano (AfCFTA, según sus siglas en inglés)
el pasado 30 de mayo, tras la ratificación en instancias parlamentarias de 23
de los Estados Firmantes, quedó oficialmente constituida.
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